El encargo consiste en una reforma integral de un edificio que más que unifamiliar, se podría definir como cien por cien familiar. El carácter que la familia propietaria del edificio transmite y el uso que se dará al edificio, hacen que este concepto sea el más adiente.
El aprovechamiento del espacio así como su funcionalidad han estado las premisas de la actuación.
La conservación de la fachada principal, la rehabilitación de los techos de madera existentes, la recuperación de la antigua bodega y el reaprovechamiento de elementos puntuales como el mosaico hidráulico o las puertas y ventanas de madera, se han hecho de manera muy cuidadosa. La resta de materiales que se han incorporado, han sido escogidos en función “ de los que ya teníamos”, de modo que estos nuevos enriquecen la estética y hacen que se mantenga la esencia de una casa de pueblo.
La nueva cubierta de madera se alza por encima de la parte de la fachada que se ha respetado, y mediante un conjunto de ventanales que juegan a encajarse con el paramento antiguo, se ha conseguido asociar visualmente la parte nueva con la original.